Aneurismas cerebrales

Los aneurismas encefálicos o aneurismas cerebrales son un tipo de malformación de las arterias cerebrales consistentes en una dilatación o ensanchamiento en forma de saco o globo, con paredes anormales y débiles, que pueden romperse y producir una hemorragia cerebral con muy graves consecuencias, catastróficas y a veces fatales.

Angiografía digital que muestra un aneurisma cerebral de la arteria cerebral media

 

¿Cómo se puede diagnosticar un aneurisma que aún no se ha roto?

Estos exámenes pueden ser: una angiografía convencional (examen invasivo mediante punción de una arteria en la ingle); un escáner o una resonancia magnética con técnica angiográfica.

¿Cómo se pueden tratar los aneurismas cerebrales?

Los tratamientos existentes para los aneurismas buscan sacar al aneurisma (excluirlo) de la circulación sanguínea. Existen 2 modalidades principales de tratamiento:

La primera es la microcirugía, que mediante una neurocirugía convencional va a excluir el aneurisma con un miniclip de titanio que se instala en el cuello del aneurisma, con lo que el riesgo de que este aneurisma sangre o vuelva a sangrar si se ha roto prácticamente se puede anular.

La segunda alternativa es la terapia “endovascular”, la que mediante una sonda de angiografía instalada a nivel de la ingle y con micro-catéteres va a introducir pequeños filamentos (“coils”) de titanio en el aneurisma para evitar que la sangre circule por su interior.

Ambos tratamientos ofrecen ventajas y desventajas que se deben analizar en cada paciente habitualmente por un equipo multidisciplinar de neurocirujanos y neuro-radiólogos intervencionistas.

 

¿Por qué se producen aneurismas en el cerebro?

No tenemos en la actualidad claridad absoluta sobre el origen de estas malformaciones. Existen probablemente características congénitas o de nacimiento que predisponen al crecimiento de los aneurismas por debilidad en ciertas zonas de la pared de las arterias; sin embargo también es posible que estos aneurismas estén ya presentes desde el nacimiento o que se formen completamente durante el crecimiento y desarrollo del cerebro. Los aneurismas suelen ubicarse en determinadas posiciones de las arterias, en general en la división de una arteria grande en 2 más pequeñas, lo cual supone razones asociadas al flujo de la sangre y al grosor de la pared en esos sectores como factores favorecedores de la generación y el crecimiento de los aneurismas. En otros aneurismas, mucho menos frecuentes, pueden encontrarse causales (aneurismas producto de infecciones, traumatismos y otros), pero no serán abordados en este artículo pos su baja frecuencia relativa.

 

¿Quiénes pueden tener aneurismas en el cerebro?

Cualquier persona puede tener un aneurisma cerebral. Se estima que no menos del 2% de todas las personas, aunque no tengan ningún síntoma, son portadoras de aneurismas. Por lo tanto, es una condición sumamente frecuente que raramente se logra detectar sin que dé síntomas graves secundarios a su rotura.

Existe cierta asociación familiar, o sea, existen estudios donde se demuestra que entre el 20% y el 40% de las personas con aneurismas cerebrales conocidos tendrán algún familiar también con aneurismas cerebrales, por lo que la recomendación es consultar a un especialista para todos aquellos familiares de un paciente con aneurisma cerebral, sobre todo si se tarta de un aneurisma que se ha roto (que ha sangrado) y de aneurismas múltiples en una misma persona. Sin embargo, la mayoría de los pacientes portadores de aneurismas no tienen antecedentes familiares ni personales de estas malformaciones.

¿Qué molestias o síntomas producen los aneurismas cerebrales?

Lamentablemente, los síntomas más frecuentes se producen sólo cuando estos aneurismas se rompen, salvo algunas excepciones. Cuando esto ocurre, estamos frente a un cuadro de hemorragia cerebral (llamada hemorragia subaracnoídea), que es sangre ubicada alrededor del cerebro y que genera un cuadro de dolor de cabeza de enorme intensidad (se dice que es “el dolor de cabeza más fuerte de la vida”), con vómitos, irritación de las meninges (rigidez de la nuca) y compromiso de conciencia.